
Mientras el Gobierno colombiano continúa con los operativos de retorno para ciudadanos deportados desde Estados Unidos, una nueva controversia diplomática estalló entre ambas naciones, poniendo en evidencia el delicado equilibrio de sus relaciones bilaterales. Las declaraciones de Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional del presidente Donald Trump, sobre una reunión con el mandatario colombiano Gustavo Petro, encendieron un cruce de versiones y acusaciones que coinciden con decisiones estratégicas por parte de Colombia.
Hasta finales de marzo, la Cancillería colombiana confirmó que se llevaron a cabo 13 vuelos de repatriación organizados por la Fuerza Aeroespacial Colombiana, que permitieron el regreso de 1.359 connacionales con órdenes finales de deportación desde territorio estadounidense. La operación se dio en medio de un contexto complejo, con un abordaje migratorio cada vez más restrictivo por parte de la administración Trump, que generó preocupaciones entre la comunidad migrante que exige una respuesta activa por parte del Gobierno colombiano.

“El Gobierno Nacional ha llevado a cabo 13 vuelos de retorno por parte de la Fuerza Aeroespacial colombiana, con un total de 1.359 colombianos retornados con órdenes finales de deportación desde los Estados Unidos”, se lee en un documento oficial de la Cancillería. Esta cifra pone de relieve el aumento de las expulsiones en tiempos recientes y deja ver el alto grado de coordinación que es necesario para facilitar los retornos.
Aunque los vuelos son organizados de forma excepcional, no todos los pasajeros regresan sin requerimientos adicionales. El informe oficial también señaló que cerca del 20% de los repatriados necesitaron “algún tipo de acompañamiento institucional”, el cual es atendido por entidades como Migración Colombia, el Ministerio de Igualdad y administraciones locales, especialmente la Alcaldía de Bogotá.
En paralelo, las tensiones diplomáticas escalaron luego de las polémicas declaraciones de Noem, que afirmó que el presidente Petro dedicó parte sustancial de su encuentro en Bogotá a lanzar críticas contra Donald Trump. Según ella, la reunión, que originalmente estaba planeada para durar media hora, se extendió por 90 minutos. “No es cierto que duré treinta minutos hablando contra Trump, solo contesté las preguntas que ella me hizo sobre el Tren de Aragua y dije lo que pensaba y sigo pensando. Hablamos de los temas que tienen que ver con nosotros, no de los temas de Estados Unidos. Trump ha sido elegido por el pueblo norteamericano y ese no es el problema del presidente de Colombia”, respondió el jefe de Estado colombiano.

Noem también aseguró que Petro habría descrito las deportaciones de presuntos miembros del Tren de Aragua como un “malentendido” y que “necesitaban más amor”, además de señalar que algunos de ellos eran “sus amigos”. A esta acusación, el presidente Petro respondió con contundencia, sugiriendo incluso que podría tratarse de una reacción política por una decisión de su Gobierno en materia de defensa.
“No sé si mi decisión de comprar los aviones de Suecia tenga que ver con lo que dijo Noem que no es cierto”, comentó Petro, haciendo referencia a la adquisición de aviones Saab 39 Gripen para reemplazar la flota de Kfir, una determinación que podría haber incomodado a Washington al favorecer a un proveedor europeo.

La tensión, sin embargo, no parece detener la coordinación operativa en materia migratoria. El Gobierno colombiano insistió en que continuará trabajando por garantizar el respeto a los derechos de los migrantes deportados, brindando acompañamiento psicológico, social y jurídico, y facilitando su proceso de reintegración laboral y comunitaria, con enfoque diferencial, territorial y de género, mientras mantiene abiertos y activos los canales diplomáticos con Estados Unidos para evitar mayores fricciones institucionales y fortalecer la cooperación bilateral.