
Mónica Lehder, una de las cuatro hijas de uno de los más grandes narcotraficantes que ha tenido Colombia, y el único que fue extraditado a los Estados Unidos, salió del anonimato en el 2015 cuando concedió una entrevista a Los Informantes, de Caracol Televisión, contando su historia y lo que representaba ser hija de uno de los jefes del Cartel de Medellín.
Toda la entrevista volvió a ser relevante, con algunos detalles inéditos de las vivencias de su hija, luego de que, el 28 de marzo de 2025, al aterrizar en Bogotá de un vuelo procedente de Alemania, Carlos Lehder fuera capturado por miembros de Migración Colombia, acusado por una orden de captura por los delitos de narcotráfico y tráfico de armas.
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Situación que ha traído múltiples revelaciones luego de que los medios los entrevistarán para conocer más de la captura en su país y todo lo que vivió con el cartel de Medellín y en Estados Unidos.

En el relato, Mónica narró que habían sido escasas las veces que había logrado ver a su padre luego de que fuera encarcelado en una prisión norteamericana. Su primera estadía en una cárcel de ese país fue en la prisión de máxima seguridad de Marion, Illinois. “En esa época, mi papá estaba en Marion, que sigue siendo la prisión de máxima seguridad en los Estados Unidos, donde lo tenían seis pisos bajo tierra, entonces lo tenían aislado totalmente, la comunicación telefónica era muy poca”, aseguró.
Debido a las implicaciones que todo el caso de Lehder tenía a nivel nacional e internacional, ella y su madre fueron cobijadas por el programa de protección a testigos de Estados Unidos. Además, cambiaron de residencia, sus nombres y su movilidad se redujo por unos meses, casi totalmente, por cuestiones de seguridad:

“Mientras nos acomodaban, estuvimos más o menos seis meses encerrados, literal. Cuando podíamos salir, era con un federal que venía por nosotros”, le contó Mónica a María Elvira Arango, periodista y directora del programa.
Aplazaban el encuentro y decían que el próximo fin de semana o el otro mes, promesas que se fueron dilatando por un año.
Cuando lograban ingresar al centro penitenciario, el contacto era muy restringido, y si alcanzaban a darse un abrazo, eran separados inmediatamente por los guardias de seguridad. Lo único positivo era que, cuando lo veía, estaba vestido de civil: “Normalmente, la reacción es salir corriendo a abrazarlo, que te carguen, todo eso no se podía dar porque no podías tener tanto contacto físico. Él venía de civil, con una camisa tipo polo, blue jean, esposado, obviamente.”

Finalmente, aseguró que, a pesar de ser la hija de uno de los capos más grandes de la historia nacional, su imperio está basado en necesidades, soledad y ausencias.
Asegura que, a pesar de las carencias y dificultades que tuvieron que pasar debido a las actividades ilícitas de Lehder, el título de padre no se lo arrebatarán jamás. En su momento Mónica era trabajadora independiente, vivía con su pareja y dos caninos de la raza favorita de su padre.