
Luego de que fuera hallada en una quebrada del municipio de Bello cuando pedía ayuda, con sus extremidades fracturadas, y con su cuerpo golpeado, Sara Millerey, una mujer trans del departamento de Antioquia, falleció.
Su muerte despertó el repudio de un país, y unió a ciudadanos de todos los pensamientos, colores ideológicos y aristas, para rechazar crímenes violentos de tal magnitud.
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Su madre, Sandra Mileno Borja, ha concedido entrevistas y ha abierto su corazón para exponer el dolor que le causó el cruento homicidio cuyas razones aún son el itinerario de los investigadores a cargo.

Pero también ha abierto las páginas del diario de su fallecida hija trans, en las que quedaron consignadas confesiones, pensamientos y, cómo no, plegarias, tanto a Dios, como a ángeles.
A lo mejor eran luchas que los demás desconocían, pero que quedaron plasmadas con su puño y letra: peticiones de auxilio y protección, de sanidad del alma y de su cuerpo, y oraciones fervientes.
El manuscrito, conocido por Semana, ahora constituye una pieza clave en las indagaciones. En una de sus reflexiones manuscritas, se lee: “Aleja, Señor, de mí toda maldad, toda maldad, toda mala actitud y toda mala acción; toda idea en contra de mí y, sobre todo, el hecho de violencia o que me deje sin vida”. Estas palabras, cargadas de simbolismo, parecen anticipar la tragedia que marcaría su destino.
En otro fragmento, Sara elevó súplicas que revelan su apego a la espiritualidad: “Cada día, cuando esté triste, consuélame; cuando sienta dolor, cúrame; cuando esté tentada por el mal, apártame de eso y guíame por la senda correcta”. Su diario refleja angustias y esperanzas, ahora silenciadas por un acto de extrema violencia.

En sus textos hay más oraciones a Dios para solicitar protección: “Señor Jesucristo, mantén por favor mi hogar libre de toda mala obra, en cualquier momento. hora, minuto y segundo. Y segundo, apártame de situaciones trágicas y dolorosas. Que si he de sufrir, sea por sacrificio necesario para superarme y llegar siempre al camino del bien (…)”.
También se lee: “Créame caminos puros y blancos, porque con todo mi amor te lo pediré siempre ´para que por encima de todo se produzca lo bueno y así se prudente y sincera”.
De la misma manera, hay expresiones de cariño a la deidad: “Señor, sublimemente de honro y te bendigo con humildad; siempre me pondré en tus santas manos y tus poderosos brazos, entregando mi corazón y servicio. Depositando por siempre a ti mi vida, mi ser, mi suerte, mi futuro y, más aún, mi cuerpo y espíritu”.
Incluso, la madre de Millerey testificó en Noticias Caracol que también había escrito otros mensajes que revelaría algunos peligros que vivía: “Sabes que he pasado muchos miedos y acechos, los cuales no quisiera que se cumplieran, por favor. Te pido que no sucedan”.

En la noche del 9 de abril, decenas de personas se congregaron en el Parque de los Hippies, en Bogotá, para rendir homenaje a su memoria y denunciar la violencia que sigue afectando a las personas trans en el país.
Según informó Infobae, el evento fue organizado por la Subdirección para Asuntos LGBTIQ+ y la Secretaría Distrital de Integración Social, quienes convocaron a la ciudadanía a participar en una velatón como acto de solidaridad y protesta.
El homenaje, que incluyó la iluminación de velas y la exhibición de carteles con mensajes de justicia, buscó visibilizar las agresiones que enfrentan las personas trans en Colombia. Durante la jornada, se leyeron mensajes que exigían garantías de vida y respeto a los derechos de esta comunidad. Las entidades organizadoras señalaron que este tipo de actos son fundamentales para denunciar la violencia estructural y simbólica que persiste contra las identidades diversas en el país.